Atención a los inmigrantes indocumentados

La iniciativa de telesalud de los estudiantes de medicina proporciona apoyo durante la pandemia

Doctora sosteniendo un teléfono móvil

Este artículo es parte de la cobertura continua de la Facultad de Medicina de Harvard sobre medicina, investigación biomédica, educación médica y políticas relacionadas con la pandemia de SARS-CoV-2 y la enfermedad COVID-19.

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“El intenso dolor y la larga estancia en el hospital podrían haberse evitado,” dijo Angela, una inmigrante indocumentada de Colombia, si tan solo se hubiera aprobado la solicitud que había presentado para aplicar al programa Charity Care en Nueva Jersey dos meses antes o si tan solo le hubieran devuelto una de las casi 70 llamadas de seguimiento que hizo.

"Tal vez no habría pasado tanto tiempo sufriendo y no habría terminado con una infección renal grave, anemia severa, y meses sin trabajo,” dijo.

En cambio, Angela, quien no quiso que se usara su apellido para este artículo, fue hospitalizada durante 13 días a finales de 2020 para eliminar la infección y reemplazar una endoprótesis que le habían insertado en mayo para los cálculos renales.

Los inmigrantes indocumentados en los Estados Unidos tienen menos acceso a seguro médico y reciben una atención de menor calidad que las personas nacidas en el país, según la Fundación Robert Wood Johnson. Durante la pandemia de COVID-19, las dificultades de los inmigrantes indocumentados para acceder atención medica no han hecho más que intensificarse, ampliando las desigualdades existentes y aumentando la propagación de la enfermedad.

Llenando un vacío

Pero Angela es una de más de 200 inmigrantes indocumentados recibiendo apoyo proveído por Quetzales de Salud, una organización formada por estudiantes de la Escuela de Medicina de Harvard en la primavera de 2020. La organización está orientada a mejorar el acceso a la atención médica para inmigrantes sin seguro, mientras que les ayuda a cubrir costos relacionados con medicamentos, visitas a las clínicas ambulatorias, o atención especializada.

Los fundadores, la estudiante de tercer año de medicina Lianet (Lia) Vázquez, la estudiante de tercer año de program combinado MD/PhD Silvia Huerta López y el estudiante de segundo año de medicina Brendan Eappen, se unieron inicialmente a través de una iniciativa de estudiantes de Harvard para hacer que los recursos de COVID-19 fueran accesibles a las comunidades inmigrantes y para aquellas personas que no hablan inglés.

El nuevo objetivo de los fundadores era realizar encuestas a inmigrantes indocumentados para detectar síntomas de COVID-19 y conectarlos a servicios existentes, como por ejemplo, centros de pruebas, clínicas de bajo costo, o en casos de emergencia a salas de emergencia de urgencia. Para Vázquez, Huerta López y Eappen, es de vital importancia combatir la desinformación, empoderar a la comunidad con el conocimiento de su derecho legal a recibir atención médica y abogar por ellos cuando se les niega dicho derecho.

“Había un verdadero vacío de información,” añadió Vázquez, “además de temor sobre la posibilidad que el sistema médico no cuidara bien de personas indocumentadas.”

“Hay pocos servicios y apoyo para nuestros amigos y vecinos indocumentados,” dijo Dra. Margaret Sullivan, quien recibió su doctorado en el Centro de Salud y Derechos Humanos de Harvard, y está asesorando a los estudiantes. “Los escasos recursos que existen no son bien conocidos en las comunidades que más los necesitan.”

Cuando la escuela de medicina efectuó la transición al aprendizaje a distancia en marzo pasado, Huerta López, quien es indocumentada, regresó a su casa en Nueva Jersey para encontrar que el COVID-19 estaba devastando a su comunidad.

"Hubo una semana completa en la que los compañeros de trabajo de mi familia se estaban muriendo, los amigos de mi familia se estaban muriendo... cada dos días,” dijo.

Las raíces del problema

Según un estudio sobre pacientes estadounidenses publicado el 7 de octubre en el New England Journal of Medicine, el 42.6 por ciento de los pacientes de Latinx que se hicieron la prueba del SARS-CoV-2 tuvieron resultados positivos, en comparación con el 17.6 por ciento de los pacientes afro-americanos no hispanos y el 8.8 por ciento de los pacientes blancos no hispanos.

Además de no tener acceso al seguro médico o beneficios por desempleo, los inmigrantes indocumentados quedaron excluidos de los paquetes de ayuda federal para el coronavirus, y pocos estados proporcionaron asistencia económica de emergencia a las comunidades de inmigrantes durante la crisis económica causada por la pandemia. Las personas de estas comunidades no solo corrían un mayor riesgo de contraer el COVID-19, sino que muchos se vieron obligados a tomar la decisión de ir a trabajar a pesar de tener síntomas.

Un artículo de Health Affairs publicado el 8 de abril, afirma que los inmigrantes indocumentados se enfrentan a múltiples obstáculos para obtener pruebas y tratamiento para el COVID-19 debido a los temores existentes en cuanto a la aplicación de la ley de inmigración, a la falta de seguro médico y a una política federal que entró en febrero de 2020 que puede penalizar a los inmigrantes que utilizan Medicaid poniendo en peligro su situación migratoria. También hay obstáculos financieros, culturales y de idioma que evitan obtener una atención adecuada.

"Estas barreras han estado ahí desde antes de que llegara el COVID,” dijo Huerta López, quien agregó que llegó a la facultad de medicina de Harvard con la conciencia y el sentido de la responsabilidad de luchar por mejor cuidado de la salud para todos en su comunidad.

"No es coincidencia que la gente de mi comunidad esté muriendo y que a otras comunidades les vaya mucho mejor,” dijo.

Contactar a la gente

Desde el principio, los estudiantes de Harvard que formaron Quetzales de Salud trabajaron estrechamente con Cosecha, una red nacional de voluntarios comunitarios que trabajan para la protección permanente de los inmigrantes indocumentados, y con la que Huerta López había trabajado en Nueva Jersey. Los voluntarios intentaron inicialmente establecer contacto con los inmigrantes indocumentados mediante un formulario de solicitud en línea. Cuando esto no obtuvo suficientes respuestas, ya sea porque las personas no podían acceder a la tecnología o porque se sentían incómodas con el contacto en línea, los estudiantes trabajaron con Cosecha para establecer contacto directo mediante llamadas telefónicas.

En Nueva Jersey, Cosecha había estado prestando ayuda mutua a las personas afectadas financieramente por la pandemia, pero sus organizadores no tenían experiencia conectando a personas con recursos médicos.

“Estábamos buscando programas y lugares a los que podríamos enviar a nuestra comunidad porque se estaban muriendo,” dijo Carlos Castañeda, un organizador comunitario voluntario de Cosecha.

“Entonces Silvia y Lia y su equipo crearon este programa para empezar a conectar a la gente de nuestra comunidad con los lugares y personas adecuadas para obtener la ayuda que necesitaban,” dijo.

Cosecha proporcionó a los estudiantes de HMS la información de contacto de miembros de la comunidad que habían solicitado información o ayuda mutua durante la pandemia.

Trabajo en equipo

Ahora, solo unos meses después, Quetzales de Salud tiene una red nacional de más de 70 estudiantes voluntarios de medicina que han contactado a los 236 individuos y han hecho más de 1,500 llamadas telefónicas.

Un equipo de estudiantes ha identificado y compilado una base de datos de los sitios de pruebas de COVID-19 y centros de salud comunitarios calificados federalmente en Nueva Jersey que aceptarán nuevos pacientes y que no discriminan en base a la inmigración o al estatus de seguro medico.

Otro equipo está formado por voluntarios bilingües que llaman a los miembros de la comunidad para realizar pruebas de detección utilizando la herramienta de autocontrol de síntomas del COVID-19 de los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades de los Estados Unidos. Los voluntarios que llaman son examinados con antelación para comprobar su competencia en español e inglés y son entrenados para proporcionar información sobre la salud de COVID-19 basada en las pautas nacionales.

De acuerdo con las respuestas a las preguntas de detección de COVID-19, los estudiantes que llaman proporcionan información sobre cómo hacerse la prueba, cómo acceder a la atención primaria o cómo ir a una sala de emergencias para recibir un tratamiento urgente. Los voluntarios desarrollan relaciones duraderas a través de llamadas de seguimiento para asegurarse de que los miembros han recibido la atención que necesitan en el idioma que hablan y para evaluar si han surgido nuevas necesidades.

Los organizadores estudiantiles dijeron que la iniciativa se ha ampliado naturalmente para proporcionar acceso a grupos de psicoeducación sobre el manejo del estrés y los traumas, remisiones a la atención primaria y asistencia para navegar la atención especializada.

“El trabajo que estamos haciendo es realmente un modelo de acompañamiento. Es un esfuerzo de coordinación de la atención y de apoyo a la comunidad,” dijo Eappen.

Más allá de las preocupaciones inmediatas sobre el COVID-19, las personas que llaman hablan de otras cuestiones con los miembros y les proporcionan información sobre recursos, preguntándoles cómo están manejando el aislamiento o la pérdida de empleo, cómo están sus familias, si han podido surtir recetas o hacer citas médicas, si pueden pagar los honorarios de las visitas al consultorio y los costos de las recetas, y otros factores que afectan a su bienestar físico y mental.

“En general, las personas a las que llamamos se ponen en contacto con el mismo voluntario [estudiante] cada dos o tres semanas,” dijo Eappen. “Algunos de los apoyos más impactantes que hemos podido proporcionar han sido en las semanas siguientes, donde se ha desarrollado esa confianza,” dijo.

“La fuerte colaboración con una organización comunitaria de confianza también ha sido clave en el éxito de nuestro modelo de alcance directo y navegación de salud,” dijo Huerta López. “Los centros de salud bien intencionados que buscan mejorar la salud de los inmigrantes deben asociarse con organizaciones locales de confianza y participar en la divulgación directa para cerrar la falta de información y reparar décadas de desconfianza,” agregó.

Una cuestión de incentivos

Angela vino a los Estados Unidos en noviembre de 2019 para trabajar en una fábrica y comenzó a tener problemas con cálculos renales después de que su visa de turista se expiro en mayo de 2020.

En mayo, llegó a una sala de urgencias con dolores fuertes y hemorragia, lo que llevó a la colocación de una endoprótesis y a una hospitalización de cuatro días. Mientras estaba hospitalizada, llenó una solicitud para el New Jersey Charity Care, un programa estatal de asistencia para el pago de los servicios de hospitalización y ambulatorios para cuidados agudos. La endoprótesis debía ser retirada después de dos semanas, pero la solicitud de Angela para el programa de Charity Care se había perdido. Le dijeron que tendría que volver a solicitarlo o pagar una alta cuota de su bolsillo.

Su incapacidad para pagar los servicios y sus dificultades para volver a solicitar el programa de pago significaron que no podía obtener atención médica oportuna. Sus citas fueron repetidamente reprogramadas y canceladas. Seguía teniendo fuertes dolores y sangramiento, y la endoprótesis se infectó.

“En ese momento, estaba en un estado muy frágil,” dijo Angela. “Estaba muy frustrada, asustada, y no sabía qué iba a pasar conmigo y con mi salud.”

“El acceso a la atención médica tiene mucho que ver con la política estatal,” dijo Eappen, y los estudiantes voluntarios tienen conocimiento “sobre “ las oportunidades y limitaciones” de dichas políticas.

“Para las personas a las que se les ha concedido el estatus de Charity Care, y para aquellos que no lo tienen, el costo es una barrera importante,” añadió Eappen.

Después de que Angela fuese hospitalizada por segunda vez, un equipo de Charity Care se reunió con ella en su habitación de hospital para acelerar la aprobación. "Una acción tan rápida en antelación a una gran factura de hospital potencialmente impagada contrasta con meses de aparente indiferencia y negligencia,” dijo Vázquez, quien abogó en nombre de Angela. "Esto demuestra que los incentivos para asegurar el reembolso no siempre están alineados con la provisión de atención de calidad a los necesitados,” añadió.

Levantando el vuelo

El quetzal, un colorido pájaro neotropical nativo de Centroamérica, está asociado con la fuerza y la belleza, cualidades que “abundan en la comunidad de indocumentados y sin seguro,” dijo Vázquez.

"Elegimos la imagen de un ave para significar que nos esforzamos por superar cualquier barrera que exista, así como las aves vuelan a través de distancias aparentemente interminables y sobre montañas escarpadas,” dijo.

Los estudiantes planean expandir los servicios de Quetzales de Salud más allá de Nueva Jersey, conectándose con Cosecha y organizaciones similares que trabajan con la comunidad de indocumentados en otros estados.

"Lia, Silvia y Brendan han aprovechado una oportunidad creada por el COVID-19 para proporcionar un servicio vital que se ha necesitado durante mucho tiempo: conectar a las personas indocumentadas con información de salud y atención médica de confianza,” dijo Dra. Sullivan. "Su cuidadosa toma de decisiones, su enfoque individualizado y la creativa ampliación de este proyecto han sido verdaderamente notables. Están llenando un vacío y cerrando una brecha con sus mentes y corazones.”

"Tanto las personas a las que tratamos de servir, como el equipo de voluntarios que participan en este esfuerzo, son quetzales a nuestros ojos,” dijo Vázquez. "Juntos seguiremos combatiendo en la lucha por la equidad, la justicia y el acceso a la atención médica.”

Nota del editor: Una versión anterior de esta historia reportó que el equipo de Quetzales de Salud había alcanzado 600 personas, lo cual es incorrecto. El equipo recalcó que había cometido un error con sus cálculos originales, y que hasta el 3 de Febrero, se habían puesto en contacto con 236 personas. Esta historia fue corregida el 5 de Febrero.